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5/27/23

PROCESO PRIMARIO-PROCESO SECUNDARIO. LA REPRESIÓN: SÍNTESIS

  

PROCESO PRIMARIO-PROCESO SECUNDARIO. LA REPRESIÓN:

Los dos sistemas psíquicos, la censura situada entre ambos, la coerción de una actividad por otra, las relaciones de ambas con la conciencia -o todo aquello que en lugar de esto pueda resultar de una más exacta interpretación de las circunstancias efectivas-, todo ello pertenece a la estructura normal de nuestro instrumento anímico, y el sueño constituye uno de los caminos que llevan al conocimiento de dicha estructura. Si queremos contentarnos con un mínimo de conocimientos absolutamente garantizados, diremos que el sueño nos demuestra que lo reprimido perdura también en los hombres normales y puede desarrollar funciones psíquicas. El sueño es una de las manifestaciones de lo reprimido; según la teoría, en todos los casos, y según la experiencia palpable, por lo menos en un gran número. 

Lo reprimido que fue estorbado en su expresión y separado de la percepción interna encuentra en la vida nocturna y bajo el dominio de las formaciones transaccionales medios y caminos de llegar a la conciencia. Flectere si nequeo superas acheronta movebo. (Cita de Virgilio.) Pero la interpretación onírica es la vía regia para el conocimiento de lo inconsciente en la vida anímica. 

Persiguiendo el análisis del sueño, llegamos a un conocimiento de la composición de este instrumento, el más maravilloso y enigmático de todos. A un conocimiento muy limitado, es cierto, pero que da el primer impulso para llegar al corazón del problema, partiendo de otros productos de carácter patológico. La enfermedad -por lo menos la llamada justificadamente funcional- no tiene como antecedente necesario la ruina de dicho aparato y la creación en su interior de nuevas disociaciones. Debe explicarse dinámicamente, por modificaciones de las energías psíquicas. En otro lugar podría también demostrarse cómo la composición del aparato por las dos instancias da a la función normal una sutileza que a una instancia no le sería dado alcanzar 

CAPÍTULO COMPLETO:


5/26/23

hay personas que se dan perfecta cuenta de que duermen y sueñan

 compatible con la continuación del reposo es en los que resulta más fácilmente reconocible la actuación del deseo de continuar durmiendo. Pero este deseo tiene que intervenir también en la formación de todos los demás sueños, los cuales sólo desde el interior pueden perturbar el reposo. Cuando el sueño resulta demasiado perturbador advierte el Prec. a la conciencia: «Déjalo y sigue durmiendo. No es más que un sueño.» Esta advertencia describe la conducta general de nuestra actividad anímica dominante con respecto al sueño. Concluiremos, pues, que durante todo el estado de reposo sabemos tan seguramente que soñamos como que dormimos. No debemos conceder importancia ninguna a la objeción de que nuestra conciencia no llega nunca a la percepción de uno de estos conocimientos y a la del otro únicamente en ocasiones determinadas, cuando la censura se siente sorprendida. En cambio, hay personas que se dan perfecta cuenta de que duermen y sueñan, poseyendo, por tanto, una capacidad consciente de dirigir la vida onírica. Cuando uno de estos sujetos no se halla conforme con el giro que toma un sueño, lo interrumpe sin despertar y lo comienza de nuevo para continuarlo en una distinta forma. Otras veces, cuando el sueño le ha colocado en una situación sexualmente excitante, piensa sin despertar: «No quiero seguir soñando esto para acabar con una polución; prefiero reservar mis fuerzas para una situación real.» El marqués D'Hervey (Vaschidel, pág. 139) afirmaba haber logrado llegar a tal dominio sobre sus sueños, que le era posible acelerar a voluntad su curso y darles la dirección que mejor le parecía. El deseo de dormir dejaba lugar aquí a otro deseo preconsciente, esto es, el de observar Jos propios sueños y divertirse con ellos. El reposo es tan compatible con tal propósito optativo como con el establecimiento de una determinada condición de despertar (recuérdese el reposo de las nodrizas). Sabido es también que el interés hacia los sueños eleva considerablemente en todos los hombres el número de los recordados al despertar. Ferenczi ( 1911 ), durante una discusión de otros aspectos acerca de la dirección de los sueños, observaba: «Los sueños elaboran los pensamientos que ocupan en ese momento la mente desde todos los ángulos, dejaran caer una imagen onírica si ella amenaza el éxito de una realización de deseos y experimentarán con una nueva solución, hasta finalmente tener éxito en construir una realización de deseos que satisfaga ambas entidades mentales en forma de un compromiso.» (Adición de 1914.)

 D) La interrupción del reposo por el sueño. La función del sueño. El sueño de angustia. 

Deséie que sabemos que lo preconsciente abriga durante la noche el deseo de dormir, vemos más claramente el proceso del sueño y podemos perseguir mejor su desarrollo. Pero antes de continuar esta labor queremos resumir los conocimientos adquiridos hasta ahora. Hemos visto que de la actividad del pensamiento durante la vigilia pueden perdurar restos diurnos, a los que no se pudo despojar por completo de su carga de energía psíquica. Dicha actividad puede también haber despertado un deseo inconsciente. Por último, pueden coincidir ambas circunstancias. Ya en el curso del día o luego, durante el estado de reposo, se abre camino el deseo inconsciente hasta los restos diurnos y efectúa su transferencia a ellos. Surge entonces un deseo transferido al material reciente  o queda reanimado el deseo reprimido reciente por un refuerzo emanado de lo inconsciente. Este deseo quisiera ahora llegar a la conciencia por el camino normal de los procesos normales a través del Prec., al que pertenece por uno de sus componentes; pero tropieza con la censura aún vigilante y tiene que someterse a su influencia. Tal encuentro le impone una deformación iniciada ya en su transferencia a lo reciente. Hasta ahora no se halla sino en camino de venir algo análogo a una representación obsesiva o una idea delirante, esto es, una idea reforzada por transferencia y deformada en su expresión por la censura. Pero el estado de reposo de lo preconsciente no le permite continuar avanzando. Hemos de suponer que el sistema se ha protegido contra su penetración, disminuyendo sus excitaciones. El proceso onírico toma entonces el camino de la regresión, camino que el estado de reposo deja abierto, y sigue al hacerlo la atracción que sobre él ejercen grupos de recuerdos, dados en parte como cargas visuales y no como traducción a la terminología de los sistemas más tardíos. Por el camino de la regresión conquista la representabilidad. Más adelante trataremos de la comprensión. Ha dejado ya atrás la segunda parte de su curso, que presenta numerosos cambios de dirección. La primera parte del mismo se desarrolló progresivamente desde las escenas de fantasías inconscientes hasta lo preconsciente, y la segunda tiende desde la frontera de la censura a las percepciones. Pero al convertirse en un contenido de representaciones, consigue el sueño eludir el obstáculo que la censura y el estado de reposo le oponían en lo preconsciente y logra atraer sobre sí la atención y ser advertido por la conciencia. La conciencia, que es como un órgano sensorial destinado a la percepción de cualidades psíquicas, es excitable durante la vida despierta desde dos puntos diferentes. En primer lugar, desde la periferia de todo el aparato, especialmente desde el sistema de la percepción, y además por las excitaciones placientes y displacientes que emergen como única cualidad psíquica en las transformaciones de energía desarrolladas en el interior del aparato. Los procesos de los sistemas 'Y y también los del Prec. carecen de toda cualidad psíquica y no son, por tanto, objeto de la conciencia, puesto que no desarrollan placer ni displacer ninguno que puedán constituir objeto de percepción. Habremos de decidirnos a suponer que estos desarrollos de placer y displacer regulan automáticamente el curso de los procesos de carga. Pero después hubo necesidad de hacer que el curso de las representaciones resultara más independiente de los signos de displacer para permitir funciones más sutiles. Con este fin precisaba el sistema Prec. de cualidades propias que pudieran atraer a la conciencia, y las recibió muy verosímilmente por el enlace de los procesos preconscientes con el sistema mnémico, no desprovisto de cualidad, de los signos del idioma. Las cualidades de este sistema convierten a la conciencia, que antes no era sino un órgano sensorial para las percepciones, en órgano sensorial para una parte de nuestros procesos mentales. Comproball\OS ahora la existencia de dos superficies sensoriales, orientada una hacia la percepción y la otra hacia los procesos mentales conscientes. Hemos de admirar que la superficie sensorial de la conciencia vuelta hacia el Prec. queda más insensibilizada por el estado de reposo que la dirigida hacia los sistemas P. La cesación del interés hacia los procesos mentales nocturnos es también adecuada al fin. El pensamiento debe mantenerse libre de todo estímulo, pues el Prec. demanda el reposo. Una vez que el sueño se ha convertido en percepción, le es posible excitar la conciencia con las cualidades conquistadas. Esta excitación sensorial produce aquello en lo que consiste su función, haciendo recaer sobre el estímulo, a título de atención, una parte de la carga de energía disponible en el Prec. De este modo tenemos que conceder que el sueño produce siempre en cierto sentido un despertar, puesto que convierte en actividad una parte de la energía que reposa en el Prec. y recibe entonces de ella aquella elaboración secundaria que tiende a hacerlo coherente y comprensible. Quiere esto decir que el sueño es tratado por dicha actividad como otro cualquier contenido de percepciones, siendo sometido a las mismas representaciones de espera, en cuanto su material lo permite. 

La dirección del curso de esta tercera parte del proceso del sueño es nuevamente progresiva. Para evitar equivocaciones añadiremos aquí unas palabras sobre las cualidades temporales de estos procesos oníricos. Una hipótesis muy atractiva de Goblot, sugerida claramente por el enigma"del célebre sueño de Maury, intenta demostrar que el sueño no ocupa más tiempo que el que transcurre en el período de transición entre el reposo y el despertar. El despertar necesita tiempo, y durante este intervalo es cuando se desarrolla el sueño. Creemos que la última imagen del sueño era tan intensa que provocó el despertar; pero en realidad debía precisamente su intensidad a la proximidad del mismo. Un reve c'est un rél•eil qui commence. Ya acentuó Dugas que Goblot había tenido que prescindir de un gran número de hechos para generalizar su tesis. Hay también sueños que no terminan con el despertar; por ejemplo, algunos en los que soñamos que soñamos. 

Nuestro conocimiento de la elaboración onírica nos hace imposible admitir que no se extienda sino al período del despertar. Por el contrario, es mucho más verosímil que la primera parte de la elaboración onírica comience ya durante el día y bajo el dominio de lo preconsciente. Su segunda parte, la transformación por la censura, la atracción por las escenas inconscientes y el acceso a la percepción, se extiende probablemente a través de toda la noche, circunstancia que justifica nuestra frecuente sensación de que hemos soñado durante toda la noche, aunque no sabemos qué. No creo que sea necesario admitir que los procesos oníricos observan realmente, hasta llegar a la conciencia, la sucesión temporal que hemos descrito, o sea la siguiente: primero existiría el deseo onírico transferido; luego tendría efecto la deformación por la censura; a continuación se efectuaría el cambio regresivo de dirección, etc. Para nuestra descripción resultaba obligado establecer tal orden sucesivo; pero en realidad se trata probablemente más bien de un simultáneo ensayo de varios caminos, esto es, de un ir y venir de la excitación hasta que una de las agrupaciones queda mantenida por resultar la más adecuada distribución. Conforme a una determinada experiencia personal, me inclinaría a creer que la elaboración onírica necesita muchas veces más de un día y una noche para producir su resultado, caso en el que no tendremos ya por qué asombrarnos del arte que demuestra en la construcción del sueño. El cuidado de la comprensibilidad como proceso de percepción no puede, a mi juicio, ser llevado a efecto antes de atraer el sueño la atención de la conciencia. Desde este punto experimenta el proceso un aceleramiento, dado que el sueño recibe ya el mismo trato que cualquier otra percepción. 

5/24/23

LECTURA DE ABROCHE DE MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

 NUEVAS CONFERENCIAS DE PSICOANÁLISIS


Lección XXIX

REVISIÓN DE LA TEORÍA DE LOS SUEÑOS


He de deciros, que volviendo a las conferencias dictadas 30 años después de La Interpretación de los Sueños, Freud nos plantea de nuevo lo que desde el principio se nos imponia, lectura epistomológica, lectura científica, y lectura como producción:

Entraña, pues, para nosotros especial interés perseguir precisamente en el caso de los sueños qué transformaciones ha experimentado el psicoanálisis en este intervalo, y además qué progreso ha realizado durante él en la comprensión y la estimación de los demás. Os diré, desde luego, que en ambos sentidos quedaréis defraudados.

Hojead conmigo la colección de la Revista Internacional de Psicoanálisis Médica (Internationale Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse), en la cual constan, desde 1913, los principales trabajos sobre nuestra ciencia. En el primer tomo hallaréis una sección permanente dedicada a La interpretación de los sueños, con numerosas aportaciones a los distintos problemas de la teoría de los sueños. Pero conforme vayáis avanzando en vuestra rebusca veréis que tales aportaciones se hacen cada vez menos frecuentes, hasta la desaparición total de la sección correspondiente. Los analistas se conducen como si nada tuvieran ya que decir sobre los sueños, como si la teoría de los mismos fuera ya cosa acabada. Pero si me preguntáis qué es lo que de la teoría de los sueños han aceptado las gentes ajenas a nuestro círculo, los muchos psiquiatras y psicoterapeutas que arriman su sardina a nuestras ascuas -sin mostrarse ciertamente muy agradecidos a nuestra hospitalidad-, las gentes llamadas intelectuales que acostumbran apropiarse los resultados más impresionantes de la ciencia, los literatos y el gran público; si preguntáis, repito, qué es lo que de la teoría de los sueños han asimilado todas estas gentes, la respuesta es muy poco satisfactoria». Algunas fórmulas han Ilegado a ser generalmente conocidas, y entre ellas, algunas que jamás han sido nuestras, tales como la tesis de que todos los sueños son de naturaleza sexual; pero precisamente cosas tan importantes como la distinción fundamental entre el contenido manifiesto del sueño y las ideas latentes del mismo, el descubrimiento de que los sueños de angustia no contradicen la función cumplidora de deseos del sueño, la imposibilidad de interpretar el sueño sin ayuda de las asociaciones correspondientes al sujeto y, sobre todo, el descubrimiento de que lo más esencial del sueño es el proceso de la elaboración onírica; todo esto parece ser aún tan lejano como hace treinta años a la consciencia general. Puedo afirmarlo así porque en el intervalo he recibido multitud de cartas de personas que me relatan en ellas sus sueños, pidiéndome su interpretación, o me demandan explicaciones sobre la naturaleza de los sueños afirmando haber leído mi Interpretación de los sueños, cuando cada una de las frases de sus cartas delata su incomprensión de nuestra teoría onírica. Ello no ha de impedirnos, sin embargo, recapitular nuevamente lo que de los sueños sabemos. Recordaréis, seguramente, que en nuestra anterior exposición de la materia dedicamos toda una serie de conferencias a mostrar cómo se había llegado a la comprensión de tal fenómeno psíquico, hasta entonces inexplicable.

Así, pues, cuando alguien, por ejemplo, un paciente sometido a la terapia analítica, nos relata uno de sus sueños hacemos cuenta de que con ello nos ha hecho una de las comunicaciones a las que hubo de obligarse al ponerse en tratamiento. Aunque, desde luego, una comunicación con medios impropios, pues el sueño no es en sí una expresión social ni un medio de comunicación. Así, no comprendemos lo que el sujeto quiere decirnos y, por su parte, tampoco él lo sabe a punto fijo. Se nos plantea entonces un dilema que hemos de resolver rápidamente: O bien el sueño es, como nos lo aseguran los médicos no analistas, un signo de que el sujeto ha dormido mal, de que no todas las partes de su cerebro se han aquietado por igual y de que ciertos lugares del mismo, bajo el influjo de estímulos desconocidos, han querido seguir trabajando y sólo de un modo muy imperfecto lo han podido, y entonces haremos bien en no ocuparnos más del producto, carente de todo valor psíquico, de la perturbación nocturna, ya que su investigación nada útil para nuestros propósitos puede suministrarnos. O bien… Pero advertimos que de antemano nos hemos pronunciado en otro sentido. Hemos supuesto, en efecto -desde luego arbitrariamente, lo confesamos-, que también un tal sueño incomprensible tenía que ser un acto psíquico plenamente válido, significativo y valioso, susceptible de ser utilizado en el análisis como otra comunicación cualquiera del paciente. Si tenemos o no razón, sólo el resultado de nuestras tentativas puede mostrarlo. Si conseguimos transformar el sueño en una tal manifestación valiosa, podremos esperar averiguar algo nuevo, obtener comunicaciones tales como hasta ahora nos habían sido inaccesibles.

Mas en este punto se alzan ante nosotros las dificultades de nuestra labor y los enigmas de nuestro tema. ¿Cómo hacemos para transformar el sueño en una tal com unicación normal y cómo explicarnos que una parte de las manifestaciones del paciente hayan tomado esta forma tan incomprensible para él como para nosotros? Como veréis, esta vez no sigo el camino de una expresión genética, sino el de una exposición dogmática. Nuestro primer paso consistirá en fijar nuestra nueva actitud ante el problema de los sueños con la introducción de dos nuevos conceptos o denominaciones. A lo que hasta ahora se ha dado el nombre de «sueño» lo llamamos «texto del sueño» o «sueño manifiesto», y a lo que buscamos y, por decirlo así, presumimos detrás del sueño lo designamos como «ideas latentes del sueño». Hecho así, podemos expresar nuestras dos labores en la forma siguiente: Tenemos que transformar el sueño manifiesto en el sueño latente e indicar cómo este último se ha hecho el primero en la vida anímica del sujeto. La primera parte es una labor práctica que atañe a la interpretación onírica y precisa de una técnica; la segunda es una labor teórica que ha de explicar el supuesto proceso de la elaboración del sueño, y sólo una teoría puede ser. Ambas, la técnica de la interpretación onírica y la teoría de la elaboración del sueño, han de ser creadas de nuevo.  ¿Por cuál de ellas hemos de comenzar? A mi juicio, por la técnica de la interpretación de sueños. Su mayor plasticidad habrá de haceros impresión más viva.

Tenemos, pues, que el paciente nos ha relatado un sueño que hemos de interpretar.                                 Hemos escuchado pasivamente su relato sin hacer reflexión alguna sobre él. ¿Qué hacemos primero? Decidimos preocuparnos lo menos posible de lo que hemos oído, o sea, del sueño manifiesto. Naturalmente, este sueño manifiesto muestra diversos caracteres que no nos son del todo indiferentes. Puede ser coherente, correctamente compuesto como un poema, o incomprensiblemente embrollado, casi como un delirio; puede contener elementos absurdos o chistosos y conclusiones aparentemente ingeniosas; puede resultar claro y preciso al sujeto o turbio y desvanecido; sus imágenes pueden mostrar la plena intensidad sensorial de percepciones o ser imprecisas como vagas sombras, y un mismo sueño puede reunir los más diversos caracteres distribuidos en diversos lugares; el sueño puede mostrar, en fin, un tono afectivo indiferente o ir acompañado de intensísimas excitaciones alegres o penosas.

No debéis creer que hacemos caso omiso de esta infinita variedad en el sueño manifiesto; más adelante volveremos sobre el asunto y hallaremos elementos útiles para el análisis, mas por de pronto prescindimos de ellos y emprendemos el camino principal de la interpretación onírica; esto es, invitamos al sujeto a libertarse también de la impresión del sueño manifiesto, a desviar su atención de la totalidad del mismo para concentrarla sobre cada una de las partes del contenido del sueño y a comunicarnos sucesivamente las asociaciones que enlacen a cada una de tales partes.




4/15/23

LA ELABORACIÓN ONÍRICA "LA MONOGRAFÍA BOTÁNICA"

EL TRABAJO DEL SUEÑO 

La labor de condensación. 

El proceso de desplazamiento. 

Los medios de representación del sueño: Puesta en  escena. 

La elaboración secundaria

En la comparación del contenido manifiesto del sueño con las ideas latentes se evidencia que ha tenido efecto una magna labor de condensación. El sueño es conciso, pobre y lacónico en comparación con la amplitud y la riqueza de las ideas latentes.

Entonces, va a investigar las relaciones del contenido manifiesto con las ideas latentes y averiguar por qué proceso ha surgido de estas últimas aquel primero.

 

Las ideas latentes y el contenido manifiesto se nos muestran como dos versiones del mismo contenido. Las ideas latentes nos resultan perfectamente comprensibles en cuanto las descubrimos. En cambio, el contenido manifiesto nos es dado como un jeroglífico, para cuya solución habremos de traducir cada uno de sus signos al lenguaje de las ideas latentes.

El material mejor para esta investigación será, sin duda, un sueño en cuya elaboración haya tenido efecto una condensación particularmente enérgica. Elegiremos el de la monografía botánica. A este respecto el sueño de la monografía botánica, ejemplo que se nos muestra como el resultado de una asombrosa condensación.

MONOGRAFÍA :                                                                             BOTÁNICA:

 

Sueño de la monografía botánica. Contenido manifiesto. «He escrito una monografía sobre una especie (indeterminada) de plantas. Tengo el libro ante mí y vuelvo en este momento la página por la que se hallaba abierto y que contiene una lámina en colores. Cada ejemplar ostenta, a manera de herbario, un espécimen disecado de la planta.» El elemento más evidente de este sueño es la monografía botánica. Como ya indicamos, procede de las impresiones del día del sueño, pues la tarde anterior al mismo había visto realmente en el escaparate de un librero un monograma sobre los ciclámenes. El contenido manifiesto omite mencionar esta especie y conservar tan sólo la monografía y su relación con la Botánica. La «monografía botánica» demuestra en seguida su relación con mi estudio sobre la cocaína, y de esta última se dirige la asociación de ideas, por un lado, al escrito redactado con motivo del aniversario de un laboratorio y a determinados hechos relacionados con tal institución, y por otro, a mi amigo el oculista doctor Königstein, que participó en la aplicación de la cocaína como anestésico. A la persona del doctor Königstein se enlazan, además, el recuerdo del interrumpido diálogo que sostuve con él la tarde anterior y los diversos pensamientos sobre el pago de los servicios médicos entre colegas. Esta conversación es el verdadero estímulo onírico actual.

La monograma sobre los ciclámenes es también una actualidad, pero de naturaleza indiferente. Resulta, pues, que la «monografía botánica» del sueño se demuestra como un elemento común intermedio entre ambos sucesos diurnos, tomado sin modificación alguna de la impresión indiferente y enlazado con el suceso psíquicamente importante por amplísimos enlaces de asociaciones. Dice Freud, “Nos hallamos aquí en medio de una fábrica de pensamientos en la que, como en una obra maestra de hilandería y según los famosos versos, del Fausto de Goethe: “se «entrecruzan mil y mil hilos, -van y vienen las lanzaderas, -manan invisiblemente las hebras - y un único movimiento establece mil enlaces”.

 

Cualquiera que sea el sueño que sometamos a esta disección, confirmaremos los mismos principios; la múltiple determinación y la sobredeterminación de su contenido.

Dice, “Con este objeto elegiremos el sueño de la inyección de Irma, ejemplo en el que reconocemos sin esfuerzo que la labor de condensación se sirve, en el trabajo del sueño, de más de un único medio.

 El personaje principal del contenido del sueño es Irma, mi paciente, que aparece en él con su fisonomía real y, por tanto, se representa al principio a sí misma. Pero ya su colocación, al reconocerla yo junto a la ventana, está tomada de un recuerdo referente a otra persona, aquella señora a la que, según me revelan las ideas latentes, quisiera yo tener como paciente en lugar de Irma. Por el hecho de padecer ésta una difteritis, enfermedad que me recuerda la de mi hija mayor, pasa a representar a ésta, detrás de la cual, y enlazada con ella por la igualdad de nombre, se esconde la persona de una paciente muerta por intoxicación. En el subsiguiente curso del sueño cambia la significación de la personalidad de Irma (sin que su imagen onírica varíe), transformándose en uno de los niños a los que reconocíamos en la consulta pública de nuestra clínica, ocasión en la que demuestran mis dos amigos la diferencia de sus capacidades intelectuales. El paso de una a otra significación quedó, sin duda, facilitado por la representación de mi hija en edad infantil. Por la resistencia que opone a abrir bien la boca, se convierte la misma Irma en alusión a otra señora reconocida por mí una vez, y luego, dentro del mismo contexto, a mi propia mujer. En las alteraciones patológicas que compruebo en su garganta hallo, además, alusiones a toda una serie de otras personas.

Todas estas personas con las que tropiezo al perseguir el elemento «Irma» no entran corporalmente en el sueño, sino que se esconden detrás de la persona onírica «Irma», que queda constituida de este modo como una imagen colectiva con rasgos contradictorios.

Un MODO. La condensación: una imagen colectiva con rasgos contradictorios.

(Otro):

La constitución de tal persona colectiva, para los fines de la condensación onírica, puede llevarse también a cabo fundiendo en una imagen onírica los rasgos actuales de dos o más personas. De este modo es como ha surgido el doctor M. de mi sueño. Este personaje lleva el nombre del doctor M. y habla y actúa como él, pero su aspecto físico y sus padecimientos corresponden a otra persona: a mi hermano mayor. Un único rasgo, la palidez, se halla doblemente determinado, siendo común en la realidad a ambas personas. (MODO 3): Un análogo personaje mixto es el doctor R. en el sueño de mi amigo, que es mi tío. Pero en este caso ha quedado constituida la imagen onírica de un tercer modo diferente. No he reunido rasgos físicos del uno con otros del otro, disminuyendo así la imagen mnémica de cada uno en determinados detalles, sino que he puesto en práctica el procedimiento seguido por Galton para lograr sus retratos de familia; esto es, proyectar ambas imágenes una sobre otra, con lo cual resaltan, acentuados, los rasgos comunes y se destruyen los diferentes, apareciendo sólo vagamente en la imagen. De este modo resalta, acentuada, como rasgo común en la vaga fisonomía formada por superposición de las dos personas diferentes, la barba rubia, detalle que contiene, además, una alusión a mi padre y a mí mismo, facilitada por la relación al encanecimiento.

·       La constitución de personas colectivas y mixtas es uno de los principales medios de que se sirve la condensación onírica. No tardaremos en tener ocasión de ocuparnos nuevamente de ella en relación con otras cuestiones.

·       La asociación «disentería» en el sueño de la inyección se halla también múltiplemente determinada: de una parte, por similicadencia parafásica con «difteria» (Dysenterie-Diphaérie), y de otra, por la relación con el paciente enviado por mí a Egipto y cuya histeria logra burlar al médico.

·        La mención de la propilena en el sueño se demuestra también como un interesante caso de condensación. Lo que las ideas latentes contenían no era propilena sino amilena. Pudiera creerse que no ha tenido aquí efecto, en la elaboración del sueño, más que un sencillo desplazamiento. Así, es, en efecto; pero este desplazamiento se halla al servicio de los fines de la condensación, como lo prueba el siguiente apéndice que aquí agregamos al análisis de este sueño.

·        Deteniendo mi atención un momento más en la palabra propilena, se me ocurre que es similicadente a propileos (Propylen-Propiläen). Con esta palabra se alude no solamente a Atenas, sino también a Munich. A esta última ciudad fui un año antes de mi sueño, con ocasión de una grave enfermedad de mi amigo. La intervención de este último en mi sueño se hace luego indiscutible por la emergencia del elemento trimetilamina, que surge poco después de propilena.

Supongamos separados, pero enlazados por la contraposición, el grupo de representaciones de mi amigo Otto, que no me comprende, me niega la razón y me regala un licor que huele a amilena, y el de mi amigo Wilhelm, que me comprende, me daría la razón y al que debo tantos valiosos datos, entre ellos algunos interesantísimos sobre el quimismo de los procesos sexuales.

Lo que del grupo de Otto ha de despertar particularmente mi atención se halla determinado por los sucesos recientes provocadores del sueño. La amilena pertenece a estos elementos sobresalientes, predestinados a pasar al contenido manifiesto. El amplio grupo de representaciones Wilhelm es precisamente animado por la contraposición con el grupo Otto y en él quedan acentuados los elementos que recuerdan los ya citados en este último. En mi sueño recurro a una persona que ha despertado mi desagrado ante otra que puedo oponerla a voluntad, y hago que mi amigo responda punto por punto a mi contradictor. De este modo, la amilena de Otto despierta también en el otro grupo recuerdos pertenecientes al círculo de la Química, y la trimetilamina, apoyada por varios lados llega al contenido manifiesto.

También amilena podía llegar inmodificada a dicho contenido, pero sucumbe a la actuación del grupo Wilhelm, siendo buscado en toda el área mnémica que este nombre ocupa un elemento que pueda proporcionar doble determinación para amilena. Cercana a amilena se halla para la asociación propilena, y desde el grupo Wilhelm sale a su encuentro Munich con los Propileos.

En propilena-propileos se encuentran ambos círculos de representaciones, y entonces llega este elemento intermedio, como por una especie de transacción, al contenido manifiesto. Se ha creado aquí una especie de elemento común intermedio que permite una múltiple determinación. Vemos así palpablemente que la multipledeterminación  tiene que facilitar el acceso al contenido manifiesto. Para la formación de este producto intermedio se ha llevado a cabo un desplazamiento de la atención desde lo realmente pensado a un elemento próximo en la asociación.

El estudio del sueño de la inyección presenta ya más claramente a nuestros ojos los procesos de condensación que tienen efecto en la elaboración onírica. Hemos podido reconocer, como peculiaridades de la labor de condensación de selección de los elementos repetidamente emergentes en las ideas latentes, la formación de nuevas unidades (personas colectivas y productos mixtos) y la constitución de elementos comunes intermedios.

 

 ¿Para qué sirve la condensación y qué es lo que la impulsa? Son interrogaciones que nos plantearemos cuando emprendamos el estudio en conjunto de los procesos psíquicos que se verifican en el trabajo de los sueños. Por ahora nos contentaremos con dejar establecida la condensación onírica como una singular relación entre las ideas latentes y el contenido manifiesto de los sueños.

La labor de condensación del sueño se hace más que nunca evidente cuando toma objetos palabras y nombres. Las palabras son tratadas con frecuencia por el sueño como si fueran cosas, y sufren entonces iguales uniones, desplazamientos, sustituciones y condensaciones que las representaciones de cosas. Resultado de estos sueños es la creación de formaciones verbales singularísimas y a veces muy cómicas.

-Una vez que un colega me remitió un trabajo suyo en el que, a mi juicio, se concedía valor exagerado a un moderno descubrimiento fisiológico y, sobre todo, se trataba de él en términos harto ampulosos, soñé a la noche siguiente una frase que indudablemente se refería a dicho trabajo. Esta frase era: «Es éste un estilo verdaderamente norekdal.» La solución de este producto verbal me resultó al principio difícil. No cabía duda de que se había formado en calidad de parodia de superlativos tales como «colosal» y «piramidal», pero no era fácil adivinar de dónde procedía. Por fin quedó dividido este monstruo verbal en los nombres Nora y Ekdal, que son los de dos personajes de dos conocidas obras de Ibsen. Poco tiempo antes había leído un artículo periodístico sobre Ibsen, original del mismo autor, cuya última obra criticaba en mi sueño.


B) El proceso de desplazamiento.

 Al reunir los ejemplos de condensación onírica antes expuestos, hubimos de advertir la existencia de otra relación no menos importante. Observamos, en efecto, que los elementos que se nos revelan como componentes esenciales del contenido manifiesto están muy lejos de desempeñar igual papel en las ideas latentes. E inversamente, aquello que se nos muestra sin lugar a dudas como el contenido esencial de dichas ideas puede muy bien no aparecer representado en el sueño. Hállase éste como diferentemente centrado, ordenándose su contenido en derredor de elementos distintos de los que en las ideas latentes aparecen como centro.

Así, en el sueño de la monografía botánica, el centro del contenido manifiesto es, sin disputa, el elemento «botánico», mientras que en las ideas latentes se trata de los conflictos y complicaciones resultantes de la asistencia médica entre colegas, y luego, del reproche de dejarme arrastrar demasiado por mis aficiones, hasta el punto de realizar excesivos sacrificios para satisfacerlas, careciendo el elemento «botánica» de todo puesto en este nódulo de las ideas latentes y hallándose, en todo caso, lejanamente enlazado a él por antítesis, dado que la Botánica no pudo contarse nunca entre mis aficiones.

Ahora bien: estos elementos esenciales, acentuados por un intenso interés, pueden ser tratados en la elaboración onírica como si poseyeran un menor valor, y, en su lugar, pasan al contenido manifiesto otros que poseían seguramente menos valor en las ideas latentes. Experimentamos en un principio la impresión de que la intensidad psíquica  de las representaciones carece de toda significación para la selección onírica, rigiéndose ésta únicamente por la determinación, más o menos multilateral de las mismas.

Pudiera creerse que al sueño manifiesto no pasa aquello que posee mayor importancia en las ideas latentes, sino tan sólo lo que en ellas se halla múltiplemente determinado. Pero esta hipótesis no facilita en lo más mínimo la inteligencia de la formación de los sueños, pues nos resistiremos a creer, en un principio, que los dos factores indicados -la multipledeterminación  y el valor intrínseco, (la sobredeterminación)- puedan actuar sino en un mismo sentido sobre la selección onírica, y juzgamos que aquellas representaciones que en el contenido latente poseen la máxima importancia habrán de ser también las que con mayor frecuencia retornen en él, dado que constituyen a manera de centros de los que parten las diversas ideas latentes.

Y, sin embargo, puede el sueño rechazar estos elementos intensamente acentuados y multilateralmente sustentados y acoger, en su contenido, otros que no poseen sino la última de tales dos cualidades. Para resolver esta dificultad recordaremos otra de las impresiones que experimentamos al investigar la sobredeterminación del contenido manifiesto. No nos extrañaría que algunos de nuestros lectores hubiesen juzgado ya en dicha ocasión que la sobredeterminación de los elementos del sueño no constituía ningún descubrimiento de importancia, sino algo natural y esperado. En efecto, puesto que en el análisis se parte de dichos elementos y se anotan todas las asociaciones que el sujeto enlaza a cada uno de ellos, no es maravilla ninguna que en el material de ideas así reunido retornen los mismos con especial frecuencia. Rechazando desde luego este juicio expondré aquí algo a primera vista muy análogo: entre las ideas que el análisis nos descubre, hallamos algunas muy lejanas al nódulo del sueño y que se comportan como interpolaciones artificiales encaminadas a un determinado fin. Fácilmente descubrimos éste.

Tales ideas establecen un enlace, a veces harto forzoso y rebuscado, entre el contenido manifiesto y el latente, y si en el análisis excluyésemos estos elementos, nos encontraríamos con que faltaba a los elementos del sueño no ya una sobredeterminación, sino una determinación suficiente por las ideas latentes. Llegamos de este modo a la conclusión de que la múltiple determinación, decisiva para la selección onírica, no es siempre un factor primario de la elaboración del sueño sino con frecuencia un resultado secundario de un poder psíquico que aún desconocemos. De todos modos tiene que ser muy importante para el paso de los diversos elementos al sueño, pues podemos observar que cuando no surge espontáneamente y sin ayuda alguna del material onírico es laboriosamente constituida. Habremos de pensar, por tanto, que en la elaboración onírica se exterioriza un poder psíquico que despoja de su intensidad a los elementos de elevado valor psíquico, y crea, además, por la sobredeterminación de otros elementos menos valiosos, nuevos valores, que pasan entonces al contenido manifiesto. Cuando así sucede habrán tenido efecto, en la formación del sueño, una transferencia y un desplazamiento de las intensidades psíquicas de los diversos elementos, procesos de los que parece ser resultado la diferencia observable entre el texto del contenido manifiesto y el del latente. El proceso que así suponemos constituye precisamente la parte esencial de la elaboración de los sueños y le damos el nombre de desplazamiento. El desplazamiento y la condensación son los dos obreros a cuya actividad hemos de atribuir principalmente la conformación de los sueños.

 

No es, a mi juicio, nada difícil reconocer el poder psíquico que se exterioriza en los hechos del desplazamiento. Resultado de este proceso es que el contenido manifiesto no se muestra igual al nódulo de las ideas latentes, no reproduciendo el sueño sino una deformación del deseo onírico inconsciente. Pero la deformación onírica nos es ya conocida y la hemos referido a la censura que una instancia psíquica ejerce sobre otra en la vida psíquica; y el desplazamiento constituye uno de los medios principales para la consecución de dicha deformación. Is facit cui profuit  (*106). Podemos, pues, suponer que el desplazamiento nace por la influencia de dicha censura, o sea de la defensa endopsíquica.

En subsiguientes investigaciones nos ocuparemos del desarrollo e influencia recíproca de los procesos de desplazamiento, condensación y sobrederminación dentro de la formación de los sueños, y señalaremos cuál es el factor dominante y cual el accesorio. Por el momento nos limitaremos a indicar una segunda condición que deben cumplir los elementos que pasan al contenido manifiesto; la de hallarse libres de la censura de la resistencia. Con el desplazamiento contaremos ya en adelante, para la interpretación onírica, como un hecho indiscutible. 

Publicado por Pilar Iglesias Nicolás psicoanalista 

 

4/02/23

CAPÍTULO VII - PSICOLOGÍA DE LOS PROCESOS ONÍRICOS

 


Tiene varios apartados: A)EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS-B) LA REGRESIÓN- C) LA REALIZACIÓN DE DESEOS- D) LA INTERRUPCIÓN DELREPOSO POR EL SUEÑO.LA FUNCIÓN DEL SUEÑO.EL SUEÑO DE ANGUSTIA- E EL PROCESO PRIMARIO Y EL SECUNDARIO. LA REPRESIÓND- F) LO INCONSCIENTE. LA CONCIENCIA. LA REALIDAD.

Se pueden leer los tres tipos de trabajo que especificamos en las clases de epistemología:

T. T. P.T. Y t, del sueño real

Comienza este capítulo, PSICOLOGÍA DE LOS PROCESOS ONÍRICOS, con un sueño que cuenta un paciente; sueño, que oyó contar este paciente en una conferencia sobre el sueño, dice, “le hizo tal impresión que se apresuró a soñarlo por su cuenta; esto es, a repetir en sus propios sueños algunos de sus elementos para expresar con esta transferencia una coincidencia en un punto determinado.

Los antecedentes de este sueño prototípico son como sigue: un individuo había pasado varios días, sin un instante de reposo, a la cabecera del lecho de su hijo, gravemente enfermo. Muerto el niño, se acostó el padre en la habitación contigua a aquella en la que se hallaba el cadáver y dejó abierta la puerta, por la que penetraba el resplandor de los cirios. Un anciano, amigo suyo, quedó velando el cadáver. Después de algunas horas de reposo soñó que su hijo se acercaba a la cama en que se hallaba, le tocaba en el brazo y le murmuraba al oído, en tono de amargo reproche: «Padre, ¿no ves que estoy ardiendo?» A estas palabras despierta sobresaltado, observa un gran resplandor que ilumina la habitación vecina, corre a ella, encuentra dormido al anciano que velaba el cadáver de su hijo y ve que uno de los cirios ha caído sobre el ataúd y ha prendido fuego a una manga de la mortaja. 

La explicación de este sueño conmovedor es harto sencilla y fue acertadamente desarrollada, según me comunica mi paciente, por el conferenciante. El resplandor entró por la puerta abierta en la estancia donde se hallaba reposando el sujeto, y al herir sus ojos, provocó la misma conclusión que hubiera provocado en estado de vigilia; esto es, la de que la llama de un cirio había producido un fuego en un lugar cercano al cadáver. Es también muy posible que, antes de acostarse, pensara el padre en la posibilidad de tal suceso, desconfiando de que el anciano encargado de velar al cadáver pudiera pasar la noche sin pegar los ojos. Tampoco nosotros encontramos nada que objetar a esta solución y nos limitaremos a agregar que el contenido del sueño tiene que hallarse superdeterminado y que las palabras del niño habrán de proceder de otras pronunciadas por él en la vida real y enlazadas a circunstancias que hubieron de impresionar al padre. La queja «estoy ardiendo» pudo muy bien ser pronunciada por el niño durante su enfermedad bajo los efectos de la fiebre, y las palabras «¿no lo ves?» habrán de corresponder a otra ocasión cualquiera ignorada por nosotros, pero seguramente saturada de afecto. 


Dice, “también en este sueño se da una realización de deseos. El niño se conduce afectivamente en él como si aún viviera y advierte por sí propio a su padre de lo sucedido, llegando hasta su lecho y tocándole en el brazo, como lo hizo probablemente en aquel recuerdo del que el sueño toma la primera parte de sus palabras. Así, pues, si el padre prolonga por un momento su reposo es en obsequio de esta realización de deseos. El sueño quedó antepuesto aquí a la reflexión del pensamiento despierto porque le era dado mostrar al niño nuevamente en vida. Si el padre hubiera despertado primero y deducido después la conclusión que le hizo acudir al lado del cadáver, hubiera abreviado la vida de su hijo en los breves momentos que el sueño se le presentaba. Sobre la peculiaridad que en este sueño atrae nuestro interés no puede caber la menor duda. Hasta ahora nos hemos ocupado predominantemente de averiguar en qué consiste el sentido oculto de los sueños, por qué camino nos es dado descubrirlo y cuáles son los medios de que se ha servido el trabajo del sueño para ocultarlos. Los problemas de la interpretación de los sueños ocupaban hasta aquí el centro de nuestro campo visual; pero en este punto tropezamos con el sueño antes mencionado, que no plantea a la interpretación labor ninguna y cuyo sentido aparece dado sin el menor disfraz; pero que, sin embargo, conserva los caracteres esenciales que tan singularmente distinguen al fenómeno onírico de nuestro pensamiento despierto. Una vez que hemos agotado todo lo referente a la labor de interpretación, nos es dado observar cuán incompleta continúa siendo nuestra psicología del sueño. 

Pero antes de dirigir nuestro pensamiento por estos nuevos derroteros queremos hacer un alto y volver los ojos atrás con objeto de comprobar si en nuestro camino hasta aquí no hemos dejado inadvertido algo importante. Hasta ahora todos los senderos por los que hubimos de avanzar nos han conducido, si no me equivoco mucho, a lugares despejados, al esclarecimiento y a la comprensión total; pero desde el momento en que queremos penetrar más profundamente en los procesos anímicos que se desarrollan en el sueño, todas nuestras rutas desembocarán en las tinieblas. Ha de sernos imposible esclarecer totalmente el sueño como proceso psíquico, pues esclarecer una cosa significa referirla a otra conocida, y por el momento no existe conocimiento psicológico ninguno al que podamos subordinar aquellos datos que como base de una aclaración pudiéramos deducir del examen psicológico del fenómeno onírico. Por el contrario, nos veremos obligados a establecer una serie de nuevas hipótesis relativas a la estructura del aparato anímico y al funcionamiento de las fuerzas que en él actúan.

LA DEFORMACIÓN ONÍRICA; CONDENSACION DESPLAZAMIENTO E. SECUNDARIA Y PUESTA EN ESCENA

 

Comienza este capítulo diciendo:


“Se desde luego que ante mi afirmación de que todo sueño es una realización de deseos y que no existen por tanto, sino sueños optativos, habrán de alzarse rotundas negativas. Se me objetará que la existencia de sueños interpretables como realizaciones de deseos no es cosa nueva y ha sido observada ya por un gran número de autores”, (que cita), pero que el negar en absoluto la posibilidad de otro género de sueños no es sino una injustificada generalización.


En los capítulos anteriores quedaba demostrado que los sueños tras el trabajo de interpretación psicoanalítica, esto es, asociación libre y en la transferencia, (en la escucha del método), tienen sentido y su sentido se mostraba como una realización de deseos.


En el “como” que trabajó en el capítulo anterior, nos planteaba una doble alteridad del sujeto. Otro escenario donde se realiza el deseo y una importante diferencia entre necesidad y deseo, situando ambas en el orden de la palabra o más modernamente dicho, bajo la ley del significante.


Comienza este capítulo con la tesis que trabaja en toda la obra. En este trabajo teórico, que decíamos, trabajo de exposición, donde nos muestra que el sueño es una alta formación psíquica, y donde se nos van a ir planteando, es decir mostrando, los medios para ser producido. También en este mismo trabajo de exposición, trabajo teórico,  Freud, va  planteando un aparato psíquico, con funciones y leyes fijas, desconocidas hasta esta teoría.

Freud YA ha comprobado que existen  sueños que son realizaciones de deseos, sino que él va a mostrar que todos los sueños, los que se muestran claramente, como los de contenido penoso  y, también  los de angustia, son realizaciones de deseos.


Nos hace una advertencia y es, que esta teoría no reposa sobre los caracteres del contenido manifiesto, sino que se basa en el contenido ideológico que la labor de interpretación nos descubre detrás del sueño.


Para avanzar, Dice Freud, confrontemos,  el contenido manifiesto con el latente, y entonces, cabe siempre la posibilidad de que también los sueños penosos y los de angustia se revelen después de la interpretación como realizaciones de deseos.


Habíamos visto en los temas de epistemología, que el concepto de trabajo era una categoría central en este texto, y que uno de los trabajos que diferenciaba esta epistemología era el Trabajo Teórico, donde era producido el concepto de inconsciente. La materia prima para este trabajo, era el relato del sueño, los instrumentos sobre la materia prima eran: La noción de manifiesto y latente, noción extraída de la filosofía, el concepto filosófico de la física, es decir el vacío  formal del principio de constancia de la física y el concepto de aparato psíquico del Texto EL PROYECTO DE PSICOLOGÍA PARA NEURÓLOGOS, de 1985. Entonces,  con estos instrumentos,  Freud va a trabajar  sueños, que no aparecen en el contenido manifiesto como  realización de deseos.


El espíritu científico que se muestra en todo el tiempo de su trabajo se ve claramente, en este enunciado que escribe en este capítulo: explica, “En la investigación científica resulta a veces ventajoso, cuando un problema presenta difícil solución, acumular a él otro nuevo, del mismo modo que nos es más fácil cascar dos nueces apretándolas una contra otra que separadamente. 

Así, a la interrogación planteada de cómo los sueños penosos y los de angustia pueden constituir realizaciones de deseos, podemos agregar, deduciéndola de las características de la vida onírica hasta ahora examinadas, la de por qué los sueños de contenido indiferente que resultan ser realizaciones de deseos no muestran abiertamente este significado.

Entonces si el sueño  de la inyección de Irma; no es de carácter penoso, y la interpretación lo demostró, como una amplia realización de deseos.

 ¿por qué precisa de interpretación? ¿Por qué no expresa directamente su sentido?, si no es  sólo después del análisis.

Entonces, dice, :“ le daremos  a este comportamiento del sueño, cuyos motivos ignoramos aún, el nombre de «deformación onírica» “. 


(Está en el tiempo de exposición, él ya sabe de la deformación onírica, sin embargo el trabajo de escritura, también va produciendo un trabajo de investigación, que se muestra en todos los capítulos). Y,  vuelve a preguntar: - De dónde proviene esta deformación de los sueños?.

Para esto toma un sueño soñado por él, el llamado sueño del tio José.


En la información preliminar explica que dos profesores de la Universidad le habían propuesto para el cargo de profesor extraordinario; hecho que, le sorprende y aunque le causa una gran alegría, conoce que este tribunal, lo desestimará por consideraciones confesionales.

Esa noche que le dan la noticia, Tuvo un sueño de contenido y formas singulares.  Se componía de dos ideas y dos imágenes, en sucesión alternada; mas para el fin que aquí perseguimos nos bastará con comunicar su primera mitad, o sea, una idea y una imagen.

I. Mi amigo R. es mi tío. Siento un gran cariño por él. II. Veo ante mí su rostro, pero algo cambiado y como alargado, resaltando con especial precisión la rubia barba que lo encuadra. A continuación sigue la segunda mitad del sueño, compuesta de otra idea y otra imagen, de las que prescindo, como antes indiqué.

El sueño le parece absurdo y lo rechaza  y dice que procede hacer con él mismo como con un paciente suyo.

Añade una reflexión: "Tu opinión de que este sueño es un desatino no significa sino una resistencia interior contra la interpretación y no debes dejarte vencer por ella. Estos pensamientos me movieron a emprender el análisis.  Es decir a asociación libre.


Así, pues, la interpretación es que  en EL sueño quiere, efectivamente, decir que mi amigo R. es un imbécil, como mi tío José.  A su favor está que  si consigue atribuir a motivos distintos, a ser judio, no puede alcanzarle, el veto opuesto a ambos por las altas esferas oficiales. Dice, “Así, no tendré por qué perder la esperanza de ser nombrado. En este sentido actúa, pues, mi sueño, haciendo de R. un imbécil, y de N., un delincuente. En cambio, yo, libre de ambos reproches, no tengo ya nada común con mis dos colegas, puedo esperar confiado mi nombramiento y me veo libre de la objeción revelada a mi amigo R. por el alto empleado del Ministerio; objeción que es perfectamente aplicable a mi caso.

Ahora bien, continúa: “No he conseguido todavía justificar ante mis propios ojos la ligereza con que me he decidido a denigrar a dos de mis colegas, a los que respeto y estimo, sólo por desembarazar de obstáculos mi camino hacia el Profesorado. Claro es que el disgusto que tal conducta me inspira queda atenuado por mi conocimiento del valor que debe concederse a los juicios que en nuestros sueños formamos. Es decir, eso es lo manifiesto. Es disfraz.)

El sueño contenía aún otro fragmento, del que hasta ahora no me he ocupado en la interpretación. El gran afecto que siente por R. En el sueño.

Dice: ¿De dónde proviene este sentimiento?

El cariño que por R. siento en mi sueño no pertenece al contenido latente, esto es, a los pensamientos que se esconden detrás del sueño. Por el contrario, se halla en oposición a dicho contenido, y es muy apropiado para encubrirse su sentido. Probablemente no es otro su destino. Recuerdo qué enérgica resistencia se opuso en mí a la interpretación de este sueño, y cómo fui aplazándola una y otra vez hasta la noche siguiente, con el pretexto de que todo él no era sino un puro disparate.

Dice, “Por mi experiencia psicoanalítica sé cómo han de interpretarse estos juicios condenatorios. Su valor no es el de un conocimiento, sino tan sólo el de una manifestación afectiva”.

El cariño que por R. siento no puedo referirlo a las ideas latentes de mi sueño, pero sí, en cambio, a esta, mi resistencia. Si mi sueño, comparado con su contenido latente, aparece deformado hasta la inversión, con respecto a este punto habré de deducir que el cariño en él manifiesto sirve precisamente a dicha deformación; o dicho de otro modo: que la deformación demuestra ser aquí “intencionada”, constituyendo un medio de disimulación. Mis ideas latentes contienen un insulto contra R., y para evitar que yo me dé cuenta de ello llega al contenido manifiesto todo lo contrario; esto es, un cariñoso sentimiento hacia él.

En el sueño de su amigo R. Y su tío José, lo que nos muestra no es sólo el deseo realizado, ya que esto ya lo sabe, sino que lo que se muestra en este sueño, es decir para todo relato del, sueño, síntoma, delirio, etc., es la censura. El gran afecto que siente por su amigo R. Compensación por la denigración, este gran afecto que siente es una deformación segunda, elaboración secundaria, puesta por la censura.

Podía ser éste un descubrimiento de carácter general. Como hemos visto por los ejemplos incluidos en el capítulo anterior, existen sueños que constituyen francas realizaciones de deseos. En aquellos casos en que tal realización aparece disfrazada e irreconocible habrá de existir una tendencia opuesta al deseo de que se trate, y a consecuencia de ella no podría el deseo manifestarse sino encubierto y disfrazado.

De este necesidad de disfrazar nuestro pensamiento se lamentaba también el poeta: Lo mejor que saber puede/no te es dado decírselo a los niños.

En análoga situación se encuentra el escritor político que quiere decir unas cuantas verdades desagradables al Gobierno. Si las expresa sin disfraz alguno, la autoridad reprimirá su exteriorización, de este modo, temeroso de la censura, atenuará y deformará la expresión de sus opiniones. Según la energía y la susceptibilidad de esta censura, se verá obligado a prescindir simplemente de algunas formas de ataque, a hablar por medio de alusiones y no directamente o a ocultar sus juicios bajo un disfraz, inocente en apariencia.

Cuanto más severa es la censura, más chistosos son con frecuencia los medios de que el escritor se sirve para poner a sus lectores sobre la pista de la significación verdadera de su artículo.

Entonces,  La absoluta y minuciosa coincidencia de los fenómenos de la censura con los de la deformación onírica nos autoriza a atribuir a ambos procesos condiciones análogas de la formación de los sueños, dos poderes psíquicos del individuo (corrientes, sistemas), uno de los cuales forma el deseo expresado por el sueño, mientras que el otro ejerce una censura sobre dicho deseo y le obliga de este modo a deformar su exteriorización.

las ideas latentes del sueño no son conscientes antes del análisis, y, en cambio, el contenido manifiesto de ellas emanado sí es recordado como consciente, podemos sentar la hipótesis de que el privilegio de que dicha segunda instancia goza es precisamente el del acceso a la conciencia. Nada del primer sistema puede llegar a la conciencia sin antes pasar por la segunda instancia, y ésta no deja pasar nada sin ejercer sobre ello sus derechos e imponer a los elementos que aspiran a llegar a la conciencia aquellas transformaciones que le parecen convenientes. Entrevemos aquí una especialísima concepción de la «esencia» de la conciencia; el devenir consciente es para nosotros un especial acto psíquico, distinto e independiente de los procesos de inteligir o representar, y la conciencia se nos muestra como un órgano sensorial que percibe un contenido dado en otra parte. No es nada difícil demostrar que la psicopatología no puede prescindir en absoluto de estas hipótesis fundamentales cuyo detenido estudio habremos de llevar a cabo más adelante.

Entonces, los sueños de contenido penoso pueden ser interpretados como realizaciones de deseos, y vemos ahora que ello es perfectamente posible cuando ha tenido efecto una deformación onírica, esto es, cuando el contenido penoso no sirve sino de disfraz de otro deseado. Dice, Refiriéndose a nuestras hipótesis sobre las dos instancias psíquicas, podremos, pues, decir que los sueños penosos contienen, efectivamente, algo que resulta penoso para la segunda instancia, pero que al mismo tiempo cumplen un deseo de la primera.

El gran afecto que siente, es, si lo quiero tanto en el sueño, es difícil darse cuenta que en realidad el deseo era tratarlo como un imbecil y como un delincuente para que el nombramiento se lo puedan dar.

Es decir el afecto que siente en el sueño, era para pasar sin ser visto el deseo de considerar a su amigo R., delincuente e imbécil.  Es decir gracias a la censura, que  es posible la deformación segunda para que se exprese el deseo.

Entonces queda mostrado que en todo caso que el sueño posee realmente un sentido y que éste es el de una realización de deseos. 

De su gran colección de sueños que ha ido tomando en todo este tiempo de trabajo, toma  algunos de éstos, de los que no muestran en el contenido manifiesto la realización de deseos, algunos de él, también, soñados por diferentes personas, para él, donde claramente en el contenido manifiesto no aparecen como realizaciones de deseos.

 Le dice una paciente: «Dice usted que todo sueño es un deseo cumplido  Pues bien: le voy a referir uno que es todo lo contrario. En él se me niega precisamente un deseo.

El sueño es el siguiente: «Quiero dar una comida, pero no dispongo sino de un poco de salmón ahumado. Pienso en salir para comprar lo necesario, pero recuerdo que es domingo y que las tiendas están cerradas. Intento luego telefonear a algunos proveedores, y resulta que el teléfono no funciona. De este modo, tengo que renunciar al deseo de dar una comida.»

Como es natural, respondo a mi paciente que tan sólo el análisis puede decidir sobre el sentido de sus sueños, aunque concedo, desde luego, que a primera vista se muestra razonable y coherente, y parece constituir todo lo contrario de una realización de deseos. La invita a la asociación.

Análisis. Su marido, un honrado y laborioso carnicero, le había dicho el día anterior que estaba demasiado grueso e iba a comenzar una cura de adelgazamiento. Se levantaría temprano, haría gimnasia, observaría un severo régimen en las comidas y, sobre todo, no aceptaría ya más invitaciones a comer fuera de su casa. A continuación relata la paciente, entre grandes risas, que un pintor al que su marido había conocido en el café, hubo de empeñarse en retratarle alegando no haber hallado nunca una cabeza tan expresiva. Pero el buen carnicero había rechazado la proposición, diciendo al pintor, con sus rudas maneras acostumbradas, que, sin dejar de agradecerle mucho su interés, estaba seguro de que el más pequeño trozo del trasero de una muchacha bonita habría de serle más agradable de pintar que toda su cabeza, por muy expresiva que fuese. La sujeto se halla muy enamorada de su marido y gusta de embromarle de cuando en cuando. Recientemente le ha pedido que no le traiga nunca caviar. ¿Qué significa esto? Hace ya mucho tiempo que tiene el deseo de tomar caviar como entremés en las comidas, pero no quiere permitirse el gasto que ello supondría.

Naturalmente, tendría el caviar deseado en cuanto expresase su deseo a su marido. Pero, por el contrario, le ha pedido que no se lo traiga nunca para poder seguir embromándole con este motivo. Observo además que mi paciente se ve obligada a crearse en la vida un deseo insatisfecho. Su sueño le muestra también realizada la negación de un deseo. Mas ¿para qué puede precisar de un deseo insatisfecho?)

 Después de una corta pausa, como corresponde al vencimiento de la resistencia, la analizante, declara que el día anterior al sueño (restos diurnos),  fue a visitar a una amiga suya de la que se halla celosa, pues su marido la celebra siempre extraordinariamente.

Dice Freud, : «Es como si ante la pregunta de su amiga hubiera usted pensado: "¡Cualquier día te convido yo, para que engordes hartándote de comer a costa mía y gustes luego más a mi marido!" De este modo, cuando a la noche siguiente sueña usted que no puede dar una comida, no hace su sueño sino realizar su deseo de no colaborar al redondeamiento de las formas de su amiga.  Le faltaba un dato a Freud para confirmar  su acercamiento al problema: y, el «salmón ahumado», mencionado en el contenido manifiesto, le hace preguntarle a la paciente: «¿Por qué ha escogido usted en su sueño precisamente este pescado?» «Sin duda - responde- porque es el plato preferido de mi amiga”

Ya hemos visto que contemporáneamente a este sueño, que parecía negarle un deseo, se ocupaba la sujeto en crearse, en la realidad, un deseo no satisfecho (el caviar). También su amiga había exteriorizado un deseo, el de engordar.

Su deseo propio es, efectivamente, que no se realiza un deseo de su amiga. Pero, en lugar de esto, sueña que no se le realiza a ella otro suyo. Obtendremos, pues, una nueva interpretación si aceptamos que la sujeto no se refiere en su sueño a sí misma, sino a su amiga, sustituyéndose a ella en el contenido manifiesto o, como también podríamos decir, identificándose con ella. A mi juicio es esto, dice,  en efecto, lo que ha llevado a cabo, y como signo de tal identificación se ha creado, en la realidad, un deseo insatisfecho. Pero ¿qué sentido tiene la identificación histérica?

la identificación no es una simple imitación, sino una apropiación basada en la misma causa etiológica, expresa una equivalencia y se refiere a una comunidad que permanece en lo inconsciente. La identificación es utilizada casi siempre en la histeria para la expresión de una comunidad sexual. La histérica se identifica ante todo -aunque no exclusivamente- en sus síntomas con aquellas personas con las que ha mantenido comercio sexual o con aquellas otras que lo mantienen con las mismas personas que ella. Tanto en la fantasía histérica como en el sueño basta para la identificación que el sujeto piense en relaciones sexuales, sin necesidad de que las mismas sean reales. Así, pues, mi paciente no hace más que seguir las reglas de los procesos intelectuales histéricos cuando expresa los celos que su amiga le inspira (celos que reconoce injustificados), sustituyéndose a ella en el sueño e identificándose con ella por medio de la creación de un síntoma (el deseo prohibido). Si tenemos en cuenta la forma expresiva idiomática, podríamos explicar el proceso en la forma que sigue: la sujeto ocupa en su sueño el lugar de su amiga porque ésta ocupa en el ánimo de su marido el lugar que a ella le corresponde y porque quisiera ocupar en la estimación del mismo el lugar que aquélla ocupa.

A lo largo de todo el capítulo va ir analizando sueños, el de la paciente que no quiere ir de vacaciones con la suegra, y cuenta en una sesión que sale de viaje con ella. El deseo era contradecir la teoría.  También era negar su teoría, con respecto a otras interpretaciones de su tratamiento.

El condiscípulo de Freud, que nunca alcanzó las notas académicas de F.,  que se hizo abogado, y le dice, que ha tenido un sueño que contradice su teoría, ha soñado que pierde todos los pleitos. El médico que con pocos y justificados ingresos sueña que tiene que comparecer ante una inspección de hacienda. El deseo de llegar a tener que hacerlo por sus ingresos.

Y el sueño de la paciente que sueña la muerte de su sobrino, que tras el análisis, todo era para deformar el deseo de volver a ver al hombre del que estaba enamorada. Y que en próximos días iiba a volver a ver.

La paciente había estado en el velatorio de un sobrino que murió hace años, y donde por última vez vió a este  hombre del que estaba enamorada. Su sueño es  que su otro sobrino, hermano del que murió muere y la paciente lleva el sueño a su sesión.

Y que Freud, tras el trabajo del psicoanálisis, le dice: Su sueño es, por tanto un sueño de impaciencia, que anticipa algunas horas el encuentro que hoy debía realizarse.» Con objeto de encubrir su deseo había escogido la sujeto una triste situación, en la que el mismo había de quedar reprimido, pues es natural que el dolor que experimentamos ante la pérdida de una persona querida aleje nuestro pensamiento de nuestros amores.

Espero que los ejemplos y reflexiones que anteceden bastarán para mostrar -hasta nuevas objeciones- la posibilidad de interpretar también los sueños penosos como realizaciones de deseos. Dice en este capítulo de la deformación onírica, “de todos modos, habré de volver más adelante sobre este tema de los sueños displacientes. Creo asimismo que tampoco podrá ya nadie considerar como una casualidad el hecho de que en la interpretación de estos sueños lleguemos siempre a temas de los que no hablamos sino a disgusto o en los que nos es desagradable pensar. El penoso sentimiento que tales sueños despiertan es sencillamente idéntico a la repugnancias que tiende a apartarnos -con éxito casi siempre- de la reflexión o discusión sobre tales temas, y que todos y cada uno de nosotros hemos de vencer cuando nos vemos obligados a emprender una tal labor. Este sentimiento de displacer, que retorna en el sueño, no excluye, sin embargo, la persistencia de un deseo.

Sólo nos quedan ya por examinar desde este punto de vista los sueños de angustia, los cuales constituyen un orden especial de los sueños de contenido penoso

Pero afortunadamente puedo dejar aquí esclarecida esta cuestión con escasas palabras. Tales sueños no corresponden, en efecto, a una nueva faceta del problema onírico, sino al problema general de la angustia neurótica. La angustia que en sueños sentimos sólo aparentemente queda explicada por el contenido de los mismos.  La angustia no está en ambos casos sino soldada a la representación que la acompaña, y procede de una fuente distinta. La sexualidad, que sabemos que esta teoría le da un carácter más extenso a ésta.

Entonces, está justificado enlazar el carácter displaciente de todos estos sueños al hecho de la deformación onírica y deducir que si se muestran deformados y aparece en ellos disfrazada la realización de deseos hasta resultar irreconocible, es precisamente porque existe una censura, una intención represora orientadas contra el tema del sueño o contra el deseo que de él emana. Entonces, con estos conocimientos dice, queda la fórmula de esta manera enunciada,

El sueño es la realización (disfrazada) de un deseo reprimido .